Abrazada por el espíritu de las montañas y la magia de la laguna del Quilotoa, la comunidad de Iracunga, en la provincia de Cotopaxi, es una población Kichwa que atraviesa un duro momento por la llegada del virus Covid-19 a su entorno. Frente a esto, la organización comunitaria advierte a los campesinos sobre las medidas que deben tomar para evitar contagios y curarse. La asamblea resuelve que la mejor alternativa es la medicina ancestral y confiar en los saberes del Tayta y la Mama de la comunidad, quienes quedan a cargo de la difícil tarea de velar por el bienestar de su gente. 

Entre el miedo y el compromiso, el Tayta Jaime realiza rituales de curación a quienes lo necesitan, mientras que la Mama María se hace cargo de guiar la labor de parto de una de las comuneras.